Luana, es una mujer bastante emprendedora. Ha salido de una provincia de Ayacucho, se ha mudado a Lima, para buscar un nuevo y mejor porvenir. Ha viajado con “la ropa que tiene puesta” y con los pocos arroyos que tiene. En su ciudad natal, ha dejado a sus padres y a sus hermanos. Ella, ha estudiado de manera regular su educación pre escolar y su educación primaria. No pudo estudiar la secundaria, porque tenía que ayudar a sus papas y a sus hermanos.
Al mudarse a nuestra capital, sabía que tenía que emplearse de lo que sea, para poder subsistir. Consiguió trabajo en un mercado, le ayudaba a la dueña de un puesto de verduras. Tenía que trabajar desde las 03.00 am, hasta las 03.00 pm, durante la madrugada hay más movimiento que en el día. Comenzó a conocer el negocio y le gusto el trato con gente extraña.
Por las mañanas, el movimiento comercial baja bastante. Durante este tiempo, conoce a una persona que se vuelve su amiga, ella es: Carla. Su nueva amiga, trabaja en un puesto de piñatería. Esta tienda tiene de todo para las fiestas de los niños, acá no falta nada para estas.
Carla estaba estudiando en la universidad la carrera de educación, ella se “cachuleaba” por las mañanas en la tienda, ella quería tener su dinero propio. Los 5 años que estudio su carrera, trabajo en este negocio. Siempre tenía para sus gustos y tenía “su platita” en el bolsillo.
Luana, comienza a ir al puesto, a ver como era el movimiento de este negocio. Comenzó a indagar cuales eran los proveedores de los productos y las fechas de mayor movimiento. Ella no solo iba a ayudar a su amiga, pero lo hacía en calidad de “espía”. Ahorra todo lo que puede y pone su negocio propio. Sabía que: “Era hoy o nunca”.
La nueva empresaria, se alquiló un puestito y lo surtió con lo que pudo. Su horario de trabajo es ahora de: 10.00 am a 10.00 pm. Tenía que trabajar para pagar el alquiler del puesto y sacar para poder vivir. Con mucho esfuerzo, logro sacar su primer préstamo bancario. Ella misma animaba las fiestas que la contrataban, sus hermanos la comenzaron a ayudar en su negocio. Cerraba los contratos y animaba las fiestas de los niños. Su nombre artístico es: “Payasita Mindy”.
Han pasado los años (cerca de diez). Se han vuelto a encontrar y se han puesto a conversar: Carla, es profesora graduada de la universidad y colegiada. Es egresada de una maestría en educación superior. En su trabajo le ´pagan poco (solo le alcanza para lo básico) y tiene que trabajar bastante duro. A inicios de año, tiene que buscar trabajo en algún colegio. Esto nos pasa a todos los docentes: Trabajamos bastante y nuestra paga es poca (le dice a su amiga).
Luana, solo ha estudiado primaria. Pero su trabajo arduo y esfuerzo constante, le han dado sus frutos: Se ha comprado su carro de segunda mano y una pequeña casa. Puede decir que ya tiene “sus dinero” y sobre todo que le ha dado un mejor porvenir para sus papas, hermanos y sus hijos. Ella logrado el sueño de salir de una provincia, para triunfar en Lima.
Carla al ver su realidad, se queda asombrada. Luana no necesito estudiar en una universidad, tener título alguno y hacer un postgrado para tener éxito. Como son amigas, se dicen en confianza: Carla, esto de las piñatas es un muy buen negocio: ¿Por qué no pones tu negocio?: Estas loca, yo no puedo trabajar en un puesto en el mercado, puedo decir con orgullo que:
SOY UNA PROFESIONAL AHORA, NUNCA MÁS LO HARIA (SIC).
¿Se debe medir el éxito por haber estudiado en la universidad y tener un postgrado?. Los emprendedores que no tienen educación alguna, ¿son también exitosos?.