Carlos y Juan, son dos personas que no se conocen, pero tienen algo en común: Han superado un duro obstáculo que les ha puesto la vida. Ellos son epilépticos y han logrado estudiar en la universidad y ser profesionales.

La historia de Carlos

Carlos, vivía en una provincia muy alejada de Lima. Siempre estuvo en los primeros puestos del colegio y llego el momento de hacer sus estudios superiores. Sus papas, no querían que estudie nada. Él no es normal y no va a poder desempeñar actividad alguna, en ningún lado (sic). Siempre decían sus papas a sus conocidos.

Hablo con sus papas, les dijo que él quería estudiar en la universidad y ser profesional. Para sus papas, esta noticia significaba que el dejara el lugar donde vivía e irse a vivir a la capital (nunca habían visto tanta determinación en su hijo). Postulo a la universidad e ingreso a estudiar educación, para luego escoger la especialidad de historia y geografía.

Durante sus estudios universitarios, tuvo varios ataques epilépticos, pero todos fueron fuera de las aulas. Un día estaba caminando por la calle y le dio un ataque. Quedo tendido en medio de la pista y paro el tránsito vehicular. Se armó un gran tumulto, la gente pensaba que lo habían atropellado y lo ayudaron.

La historia de Juan

Juan, era un muchacho normal como todos, hasta que sufrió su primer ataque. Sus papas pensaron que se atraganto con una fruta y no pasaba nada de nada. Al tiempo, volvió a tener otro. Lo llevaron al médico y luego a un especialista y le diagnosticaron que tenía epilepsia.

Esta noticia, cayó como balde de agua fría para sus papas. Juan, siempre fue un alumno bastante regular y nunca destaco en los estudios. Siempre le gusto las ciencias y tenía la convicción de estudiar medicina.

Postulo para estudiar medicina. Se esforzó bastante y logro su tan anhelado ingreso a la universidad. Juan, es mi amigo personal y puedo contar esto:

– Un día en pleno examen en la universidad, le dio un ataque. Sus compañeros y profesor lo ayudaron. El profesor les dijo que mantuvieran la calma y había que evitar que se mordiera la lengua y se atragantara. Paso el susto y el volvió en sí.

Juan, tiene mi edad y es médico cirujano. Trabaja en un establecimiento de salud y es conocido por apoyar a las personas que sufren su mal. Ya es casado y tiene su familia. Lo último que se, es que quiere hacer su especialidad en el mal que lo aqueja.

¿Una enfermedad es un impedimento para no desarrollarse profesionalmente?. Estos casos demuestran que no es así.

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